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1958: LOS
INCENDIOS EN EL ÁVILA. La
placidez de una Caracas que despertaba de la prolongada dictadura militar del
dictador Marcos Pérez Jiménez contrastaba con la insurgencia de movimientos
sociales deseados o no por los líderes políticos de turno. Al mismo tiempo que
se produce una migración desde el campo a la caraqueña capital, surgen
cinturones de miseria y barrios sin servicios públicos en la otrora “Ciudad de
los Techos Rojos”. Un urbanismo desordenado trae nuevos problemas de
hacinamiento y aumento rápido de la población, quizás transformándola en la
Ciudad de los “Techos de Cartón”. La Ciudad Universitaria, icono del modelo
desarrollista de la dictadura, fue construida a principios de los años
cincuenta, y desde entonces cuenta con una privilegiada vista hacia el Cerro El Ávila y la Silla de Caracas,
acogiendo desde entonces a la que era la Universidad de Caracas, ahora
Universidad Central de Venezuela.
Esta montaña, inspiradora
de poetas y protectora del benéfico clima de la ciudad (y que tuvo que esperar
hasta el 12 de Diciembre del año 1958 para ser declarada Parque Nacional) venía siendo afectada por el
crecimiento poblacional desordenado, que generaba incendios de vegetación.
Estos incendios fueron causantes de gran preocupación en la comunidad
caraqueña. Por aquel entonces, un veinteañero Cuerpo de Bomberos de Caracas,
atendía los incendios eventuales utilizando los limitados recursos con los que
contaban, incendios estos que se originaban en
los barrios ubicados en el piedemonte de
El Ávila: La Pastora, San
José, Puerta de Caracas, Cotiza, Maripérez. Y era apoyado en estas labores por
la Guardia Nacional y numerosos “voluntarios” (era común entonces una práctica realizada por la Policía
de Caracas y la GN de detener los autobuses y reclutar a los hombres que iban
como pasajeros para que actuaran como improvisados combatientes de incendios.
No eran inusuales los heridos y los golpeados por peinilla entre los
“reclutas”).
Es en este marco, ante la
vista de toda la comunidad universitaria y caraqueña, justo bajo el influjo de
un movimiento institucional dentro de la Universidad y desafiando al siempre
turbulento espíritu de la juventud venezolana (que plena nuestra Máxima Casa de
Estudios), cuando se producen entre 1958 y 1960 una serie de incendios de gran
magnitud que asolan estas montañas adoradas por los caraqueños. La novel
Federación de Centros Universitarios de la U.C.V. apoyó convocatorias provenientes
de diversos sectores de la comunidad universitaria (atendiendo al desafío de
conservar el patrimonio natural de los caraqueños) al convocar en varias
ocasiones a la comunidad universitaria para que se presentase voluntariamente a
combatir estos incendios.
La espontánea y masiva
participación de la comunidad universitaria, no precisamente preparada para
estas tareas, fue importante no solo para la extinción de los incendios, sino
también para la concientización de los caraqueños sobre los daños que causaban
estos percances, años antes de que la educación ambiental y la ecología se
convirtieran en tema cotidiano en Venezuela. Es en este ambiente tormentoso,
por la emoción y la adrenalina propias de la juventud venezolana, y por el
impulso de la conciencia universitaria, en donde germinará la semilla del
frondoso y benéfico árbol de esperanza que es el Cuerpo de Bomberos Voluntarios
de la U.C.V. (C.B.V.U.C.V.)
1959: LOS ORÍGENES
Con una camaradería
forjada al calor del fuego, un grupo de jóvenes visionarios afronta el reto de
crear una organización que reúna las fuerzas creadoras que se habían desatado
en estas voluntarias manifestaciones de la comunidad universitaria durante los
incendios en El Ávila ocurridos
a fines de los años cincuenta. Un grupo de estudiantes, liceístas y universitarios, que
vivían en la parte norte de la ciudad, y muy particularmente en la comunidad de
Maripérez, crea entre sí nexos
de amistad y camaradería que, unidos a sus frecuentes encuentros al pie de la
montaña para apagar los repetidos incendios, constituirá el núcleo original del
Cuerpo de Bomberos de la Universidad Central de Venezuela. Entre estos
precursores de la Primera Institución Bomberil Universitaria de Venezuela están
los entonces bachilleres René Torres Baralt, Enrique Bart Schuster, José Rafael
Peraza, Eduardo Higuera, Humberto Zabala entre otros jóvenes que se abocarán en
lo sucesivo a la creación de una agrupación especializada en el combate de
incendios donde pudieran canalizar esa chispa creadora y esa vocación emergente.
En aquellos tiempos,
anteriores a la aparición de los modernos órganos de la protección civil en
Venezuela, era difícil encontrar en el país un modelo del tipo de organización
que pudiera ejercer ese tipo de funciones, siendo el único modelo disponible el
Cuerpo de Bomberos de Caracas, Génesis de los Bomberos de Venezuela, que desde
su fundación el primero de mayo de 1937 contó con una dotación de bomberos
voluntarios. Es así como se gesta entre sus iniciadores la idea de crear un
cuerpo de bomberos voluntarios en la U.C.V., similar al del Cuerpo de Bomberos
de Caracas.
LA FUNDACIÓN DEL CUERPO DE BOMBERO
U.C.V.
Hablar del inicio de los
Bomberos U.C.V. es hablar inevitablemente de René Torres Baralt. Persona
emprendedora, carismática y de indiscutible liderazgo, René Torres fue líder
entre un grupo de líderes, que
fueron capaces de convertir en realidad algo que algunos consideraban
irrealizable: Crear un cuerpo de bomberos en la U.C.V. Siendo un estudiante de
la Facultad de Arquitectura, Torres motorizo las inquietudes de esos informales
“bomberos de monte” para canalizar esta vocación, hacia la creación de esta organización.
En una comunidad universitaria volátil donde lo importante para algunos es
lograr buenas notas para ser el primero en la promoción, o graduarse rápido
para ejercer la profesión que le permitirá un meteórico ascenso social, estos
jóvenes dedicaron sus esfuerzos a solicitar apoyo para crear una agrupación de
servicio contra incendios, quizás sin estar muy claros hacia dónde podría conducir ese
esfuerzo, pero conscientes de que la meta era crear esta nueva organización.
Esto les produjo no pocos desaires y rechazos, pero ello no fue limitante para
que ya en 1960 concretaran un
acuerdo de apoyo con el Cuerpo de Bomberos de Caracas para crear un grupo de
bomberos voluntarios. Durante la gestión del Rector Francisco De Venanci y con
la colaboración de la Comandancia de los Bomberos de Caracas, dirigidos
entonces por el Cnel. (B) Victoriano Jordán, se establece la realización de un
curso para la formación de bomberos dirigido a la comunidad de la U.C.V., curso
este que se concreta en 1961. En el curso de bomberos de 1961, se inscriben más de cien estudiantes y
empleados de la Universidad, pese a las rigurosas condiciones que se les
imponen: estatura superior a 1.80 metros, fuerte condición física, presentar
pruebas de aptitud, y otras
exigencias. Sobra decir que no se aceptaban mujeres (algo propio de esa época)
y que la deserción estuvo a la orden del día, por lo rudo del trabajo a
realizar. De ese curso se creó la base de lo que en adelante ha sido el Cuerpo
de Bomberos de la U.C.V.
Fue quizás por estas
exigencias, que los bomberos universitarios de entonces mostraron desde un
principio grandes capacidades físicas e intelectuales, que causaron mucho
impacto en el gremio bomberil.
Pero también es cierto que los estudiantes universitarios, aunque no son profesionales
universitarios, casi lo son. Las ventajas del conocimiento adquirido en el
estudio de las diferentes disciplinas técnicas y humanísticas que se imparten en la Universidad se
hicieron presentes en ese momento, de modo que los bomberos universitarios
aprendieron rápido, superando el nivel esperado. Algunos de los candidatos a
bombero eran estudiantes a punto de graduarse en su carrera universitaria, y
eso fue una gran ventaja. En su empeño de aprender, los años siguientes significaron para René Torres y sus compañeros un
desafío constante que los llevó a
recorrer los cuerpos de bomberos existentes en el país e incluso del
extranjero, buscando conocimientos y experiencias. Así lograron darle un lugar
a la incipiente organización,
dentro de la gran comunidad que forman los bomberos de todo el mundo. Fueron
tan lejos como a Londres o Argentina llevando el uniforme de los Bomberos
Universitarios de la U.C.V. Sus conocimientos y méritos académicos llevan a
Torres, en su momento, a ser profesor en la Facultad de Arquitectura y
Urbanismo de la U.C.V.
Hablar de los fundadores
es hablar de Eduardo Higuera. También estudiante en la Facultad de Arquitectura
como René Torres, Higuera es la mano omnipresente que impulsa muchas de las
labores que culminaran en la creación de los Bomberos U.C.V. Su dedicación,
talento y liderazgo complementaron exitosamente el trabajo de sus compañeros y
permitió la conformación de un proyecto viable. Es inevitable mencionar al
entonces estudiante de Química Enrique Bart Schuster. De clara vocación
científica, prominente figura y con celo riguroso en el manejo de las escasas
finanzas, Bart aporta su conocimiento técnico y capacidad de trabajo a la
formación de los cuadros de relevo, pues la base de conocimientos adquiridos en
la Universidad confería a todos estos estudiantes clara ventaja a la hora de
manejar los principios técnicos de la extinción y control de incendios.
Por supuesto, ellos solo
eran parte de un colectivo donde todos compartían los trabajos, privaciones y
sinsabores que conlleva la creación de algo desde la nada. Sin embargo, la
constancia en el esfuerzo, la dedicación, y la visión futurista de Torres,
Higuera y Bart los hace distinguirse claramente como líderes originarios
del Cuerpo de Bomberos Voluntarios U.C.V. Su evolución ulterior demuestra lo
acertado de sus acciones: Más de cuarenta años después, el Cuerpo de Bomberos
U.C.V. se yergue pleno de logros ante la comunidad universitaria y nacional.
Después de graduarse en sus carreras universitarias, estos profesionales
continuaron una fructífera carrera dentro de la institución bomberil nacional,
tanto en el campo gremial como en el desarrollo técnico de la profesión de
bombero. Desarrollaron sus empresas propias relacionadas a sus áreas de
conocimiento universitario, ajenas a la actividad bomberil, y aun así
continuaron aportando conocimientos y experiencias en organismos nacionales e
internacionales vinculados al control de emergencias y como profesores
universitarios. Incluso, algunos de ellos reconocen que buena parte de su éxito
personal se debe a las experiencias adquiridas en su paso por los
Bomberos U.C.V. Todos estos logros, propios de personas ambiciosas, y de amplia
visión, ponen de manifiesto que esta actividad de extensión universitaria (los
Bomberos U.C.V.) efectivamente sirvió al logro de la Universidades que
todos soñamos. Y ellos hicieron todo esto sin descuidar sus estudios.
LAS PRIMERAS DIFICULTADES.
Durante los esfuerzos iníciales
para la formación del Cuerpo de Bomberos U.C.V., sus fundadores asumieron la
ingente tarea de organizarlo y dotarlo correctamente. En un régimen de
disciplina que generó expresiones
de encomio por parte de otros hermanos cuerpos de bomberos, René Torres y su
grupo logran impulsar un proceso que atrae a elementos proactivos de la Comunidad Universitaria. Sin
embargo, como en todo proceso que se inicia, se presentaron problemas para
lograr los fondos e infraestructura necesarios para dotar la organización. La ausencia de un
edificio que funcionara como sede era un gran problema. No se contaba con mucho
equipo aparte del equipo personal de cada bombero, por lo que las actuaciones
de servicio iníciales eran muy limitadas. Son memorables las salidas de
servicio realizadas en aquel tiempo usando un diminuto automóvil Volkswagen de color verde de uno de los bomberos
(según algunos perteneciente al que después sería Abogado
de la República, y asesor jurídico del Colegio Nacional de Bomberos, el
entonces bachiller José Rafael Peraza), pues eran muchos los que entraban en el
espacio de un vehículo tan pequeño. También ocurrió en esa época un
recrudecimiento de los conflictos sociales y políticos en el país, con la
aparición de una guerrilla urbana y rural que generó un
tenso clima en el país. La Universidad Central fue escenario de múltiples
manifestaciones civiles, muchas de las cuales tuvieron desenlace violento. No
era extraño que se quemara algún autobús. Entonces los bomberos U.C.V.
improvisaron una “sede” en un autobús quemado, abandonado en Ingeniería, en las
adyacencias a lo que posteriormente sería la
sede de la Facultad de Farmacia, junto a la Carpintería Universitaria. En ese
tiempo emocionante y memorable, cuatro estanterías metálicas contenían todo el
material y archivos de los Bomberos U.C.V.
HACIA LA CONSOLIDACIÓN.
Los fundadores,
conscientes de las necesidades, se disponen a lograr el apoyo necesario para
alcanzar su sueño. Desde temprano, logran cierto apoyo del Rectorado de la
Universidad Central de Venezuela y de la Federación de Centros Universitarios
(F.C.U.) iniciando así un proceso de integración plena del Cuerpo de Bomberos
en la vida universitaria. Al realizarse el primer curso para formar bomberos
universitarios en 1961, ya existía un apoyo por parte de la Universidad, lo que
conduce a la integración de los Bomberos U.C.V. en los planes de la Dirección
de Cultura de la U.C.V. como actividad de extensión universitaria dentro de la
llamada Comisión Cívica. Tiempo después, el Cuerpo de Bomberos Universitario
pasa a ocupar espacios en el edificio de la Biblioteca Central de la Ciudad
Universitaria. Allí, una oficina ubicada en el piso diez funciona como centro
de recepción de llamadas y centro de reunión, lo que significa una importante
mejora cualitativa para las actividades de servicios. Se instala un limitado servicio
de guardias diurnas que permite atender el teléfono.
La céntrica ubicación
favorecía el contacto entre la comunidad y sus bomberos, lo que dio a conocer a
la incipiente organización voluntaria. El número de
teléfono interno 2222 (fácil de recordar) empezó a ser utilizado por la
comunidad universitaria. Los Bomberos de Caracas y otros hermanos cuerpos de
bomberos hicieron un valioso aporte inicial de equipos portátiles, así como lo
hicieron otras organizaciones civiles y militares. Sin embargo no se disponían
de vehículos propios para prestar los servicios y muy eventualmente se
utilizaban automóviles privados o de la Universidad para la labor cotidiana.
Con cierta frecuencia los
bomberos salían corriendo desde donde estaban hasta el lugar de la emergencia,
vestidos en ropa civil. La creciente acumulación de materiales y equipos obligó
con el tiempo, a que parte de los mismos fuesen almacenados en el sótano de la
Biblioteca Central, para mantener libre la oficina del piso diez, poniendo en
evidencia las limitaciones de la nueva sede. Sin embargo, las ventajas de esa
sede fueron un punto importante para ayudar a consolidar el C.B.V.U.C.V.
durante esos primeros años, fortaleciendo la disciplina y el trabajo colectivo.
http://www.ucv.ve/navegacion-horizontal/areas/areas-generales/vida-en-el-campo/bomberos-ucv/acerca-de-los-bomberos-ucv/resena-historica.html
JHONNY FRANCISCO. MÉNDEZ GOMEZ.
C.I 23.698.993
PNF CIENCIAS DEL FUEGO, BOMBERIL
AMBIENTE 5 PROCESO I 2017
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